Luis García
Ayer celebró nuestro periódico un año más de salir a la luz pública, y parafraseando a la canción argentina “que 30 años no es nada”, 52 tampoco. Es el comienzo de una larga existencia. Si en la existencia de los humanos los tiempos para morir han cambiado, se han alargado, joven es una persona de 50 o 60 años, entonces porque no podría suceder lo mismo en las empresas, y más aún en los periódicos que diariamente nos dan la información que necesitamos saber. La información que se está generando en la cotidianidad de la vida.
Los periódicos impresos y ahora digitales han comenzado una nueva etapa la de tener que jugar en el mismo equipo, lo viejo y lo nuevo deben de quitarle el estigma de periodismo digital pues todo es periodismo, la única diferencia que ahora se hace para procesos hipermedias que quiere decir, estar a la vez en diversas plataformas, pero el que escribe, redacta, sigue siendo un mismo sujeto de carne y hueso. Y aunque es cierto que la inteligencia artificial algún día nos quitará el lugar, la verdad es que el buen lector nunca preferirá que un robot le quite la sensibilidad de sentir las cosas, que una voz humana real le dice.
Tener la sensación de poder estar en una sala de redacción o armar un periódico con tus propias manos, lleva un sentido único, el hecho mismo de sentir como la adrenalina se reproduce todos los días al momento de estar editando. Es más, en estos momentos estoy sintiendo todo ello, porque además tengo que confesarle que estamos armando el suplemento especial por los 52 años del periódico y lo hacemos todos los que diariamente redactamos, armamos el periódico, tenemos uno o dos invitados, muy pero muy especiales porque, además, no son invitados son de la casa. Felipa Nery y Miguel Ángel Ruiz Magdonel.
Y para muchos disculpen si le digo Felipa Nery, pero es que en el medio periodístico a nuestra amiga la doctora Felipa Sánchez Pérez, así la conocemos y no podemos dejar de llamarla como periodísticamente la bautizo el gran maestro Luis Sánchez-Arriola Mercado. Él como los viejos periodistas del siglo pasado aseguraban que los nombres de los reporteros quedaban grabados cuando eran cortos, por lo que se utilizaba el primer nombre o un segundo inventado para hacer aún más corto el apellido.
Pero de ese tiempo a este las cosas han cambiado, los cuadratines han dejado de existir, los medianiles se han quedado para la historia y las cajas de formación del periódico se han ido al rancho del presidente Obrador, “La Chingada” y saben porque, porque ahora las computadoras y los softwares los han sustituido de manera muy eficaz, hay que decirlo también.
La verdad es que soy del siglo pasado, no soy nativo digital, crecí entre la tinta y las máquinas comphugrapics, de las que iba a hablarle en otro texto que dejé para otra ocasión, para un libro, por ejemplo, algún día, si Dios lo permite y mis deseos de hacerlo. Me voy a otro tema muy rápido porque el espacio se termina.
DE SALIDA. En el evento del Congreso del Estado ayer en donde el gobernante interino iba a dar su informe, todas las miradas, saludos, abrazos, y loas eran para el futuro gobernante, para Javier May Rodríguez que acertadamente aceptó la invitación de ir al Congreso, para ver como se repite la historia de las cargadas. Al otro, ni lo pelaron, todos mirando a Javier para ver si los miraba y cuando menos un saludo de lejos. No es nada nuevo, se da cada seis años o menos como ahora. Por cierto, ya muchos negaron a su amigo. Que gachos, que mal agradecidos, que ruines…
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