José Martínez
¿Cuántas especulaciones en tan sólo dos o tres días en relación a la salud del Presidente de México? Varios columnistas escribieron que Andrés Manuel López Obrador estaba en terapia intensiva a causa de un preinfarto, embolia, parálisis, etc, etc,. Enviaron audios que mencionaban sobre un mandatario casi en la tumba.
“Zopilotearon”, como se dice comúnmente. “Temporada de zopilotes”, duce el historiador Paco Ignacio Taibo II. Esperaban algunos que AMLO saliera en sus acostumbrados videos para demostrar que estaba en forma. Pero hay que dejar que repose.
Por eso, hasta ayer, en Palacio Nacional como escenario, se vio, por fin, al Presidente. Desde ese punto explicó lo que había sucedido. Fue un largo mensaje para su estado convaleciente. Mucha energía, sin duda.
Refirió de un desvanecimiento a causa de los síntomas del COVID, porque reconoció que en efecto padece varias enfermedades. Es comprensible también ante tanta actividad.
En la rueda de prensa conocida como la “mañanera”, algunos periodistas preguntaban sobre el parte de la salud del tabasqueño, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le tocó explicar que era posible verlo el fin de semana que se avecina, porque ya estaba tomando fuerzas otra vez.
El presidente López Obrador no ocultó nada: “Tengo COVID-19, se me complicó debido a una gira intensa que tuve… se me bajó la presión, cómo que me quedé dormido (…) No perdí el conocimiento, sí tuve esa situación de desmayo transitorio, y por la baja de presión, querían llevarme en camilla y en una ambulancia al hospital, le pidieron mil opciones al general secretario; pero él dijo que se hiciera lo que correspondía, lo que se necesitara, que me atendieran”.
“Yo no acepté, los charolé ‘, les dije no, mire, ‘él es el general secretario, pero yo soy el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y, entonces, no me van a llevar a ningún lado, aquí en este sillón, me van a atender”.
Por lo pronto, a sus adversarios les fue claro el mensaje: López Obrador estará de regreso en estos días.
MARCELO EN TABASCO
Los morenistas demostraron que no es difícil, ni dañino y por el contrario, respetar la competencia interna y la disidencia. El recibimiento y acompañamiento que dieron al canciller Marcelo Ebrard, integrantes de la dirigencia de Morena a cargo de Tey Mollinedo, debería ser común; no un hecho extraordinario.
Por cierto que en su rápido paso Villahermosa, el canciller y aspirante se reunió no sólo con sus redes sino también con Evaristo Hernández de quien se afirma que en breve hará pública su adhesión a Ebrard. Y no es traición, es una estrategia, dicen los que saben.
HABERES
El medio día de ayer, el encargado de la política interior dirigió en Palacio Nacional –en ausencia del mandatario quien está en reposo por covid-19— una reunión con gobernadores de Morena y de partidos aliados para evaluar la estrategia de seguridad y los programas sociales. Subrayó que no se contemplaba una participación del jefe del Ejecutivo en el encuentro, por lo que no hubo mensaje vía remota para los mandatarios locales. Claro, el anuncio del encuentro fue otro motivo de rumores.
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