Felipa Nery
De acuerdo al último censo poblacional de 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en Tabasco habitan casi dos millones 400 mil personas, de las cuales un millón 223 mil 680 son mujeres y un millón 171, 592, son hombres; de este total de población, existen 60 mil 526 personas mayores de cinco años que hablan las lenguas indígenas chontal de Tabasco, chol, tzeltal, tzotzil, se asientan en los municipios de Nacajuca, Jalpa, Comalcalco, Centro, Macuspana y Tacotalpa, lengua que muchos ancianos dejaron de enseñar a sus hijos, ante la discriminación de que eran objeto.
En esta región del Golfo de México, donde se inició el mestizaje, producto de la relación entre los españoles e indígenas, porque aquí el cacique Tabascoob, que gobernaba en 1519 cuando llegó Hernán Cortés, le dió a varias esclavas, entre las que estaba Malintzin, de origen náhuatl, quien antes había sido entregada por los habitantes de la población conocida como Xicalango, al ser abatidos en un combate; esta indígena a la que Cortés tomó como mujer, con la que tuvo un hijo, sería factor importante en la conquista española, por el dominio que tenía de la lengua náhuatl.
Los indígenas de Tabasco, a diferencia de los pueblos originarios de otras entidades del país, como Chiapas o Oaxaca, no se reconocen por sus vestimentas, sino por hablar una lengua distinta al español, los indígenas tabasqueños se hispanizaron, hablan el español y han adquirido la cultura occidental, aquí no se eligen autoridades municipales por usos y costumbres, aunque sí conservan muchas tradiciones indígenas.
En Tabasco, los indígenas habían sacados del olvido desde finales de los años setentas y principios de los ochenta, en contraste con los nativos de Chiapas, donde fue hasta 1994, cuando se empezó a visibilizar la deshumanización en la que vivían en un estado democrático, a partir de que el comandante Marcos se levantó en armas para exigir al gobierno que se atendiera la situación de abandono en la que se encontraban los indígenas, que aún los mantenían como esclavos en las fincas cafetaleras, en cambio aquí en Tabasco, para esas fechas los indígenas ya gozaban de sus libertades, de educación, de hospitales, de carreteras, porque primero tuvieron como un gran aliado, al reconocido poeta internacional, Carlos Pellicer Cámara y después a Andrés Manuel López Obrador.
Pellicer arrancó su campaña para el Senado de la República en 1976. acompañado de los chontales, en la misma le apoyó Andrés Manuel López Obrador, en busca del voto, aunque para esas fechas no había competencia electoral, por la hegemonía que mantenía el PRI; ya como senador, el poeta de América recomendó al actual Presidente, con el gobernador Leandro Rovirosa Wade, para que fuera el representante del Instituto Nacional Indigenista, cargo que ocupó a partir de 1977, donde realizó un trabajo de entrega total, que le permitió ganarse la confianza, simpatía y cariño de los habitantes de esta comuna, porque los enseñó a organizarse, a trabajar de forma colectiva en los camellones chontales donde rescató tierras inundables, para sembrar y por si fuera poco, los comunicó a través de la radio Chontal.
López Obrador convirtió a los Chontales, en un laboratorio, donde aplicó lo que había aprendido en las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde estudió ciencias políticas y por supuesto, las ideas socialistas que tanto impulso tenían en los años setentas, principalmente las marxistas sobre la evolución de las sociedades humanas, las fuerzas productivas, las relaciones sociales de producción y el modo de producción, que lo convirtieron en un hombre con ideales humanistas y porque no podía fallarle a su maestro Carlos Pellicer, quien era su gran inspiración, según señala en su libro “Esto soy”.
Y cómo no habría de inspirar Carlos Pellicer a Andrés Manuel, quien hoy como Presidente de la República se mantiene firme en sus ideales, si el poeta era un idealista del libertador Bolívar, que tomaba chocolate con agua y en jícara, a pesar de haber conocido el primer mundo, se deleitaba con la comida tradicional tabasqueña, le gustaba vestir de colores claros, amaba la naturaleza, su tierra, su agua, le preocupaba la falta de educación cívica porque decía que esta junto con la corrupción impedían el progreso del pueblo.
Pellicer era un hombre comprometido con las causas de la gente de abajo, de los pobres, por ello dedicaba los fines de semana para llevar las letras a las vecindades populares de la Ciudad de México, según cuenta Daniel Cosío Villegas, quien fuera su compañero intelectual, en una ocasión que entraron a un patio en busca de personas para alfabetizar, al ver que no aparecía ninguna persona, el poeta gritó: ¿Qué nadie vive aquí?. Entonces, ¿quién riega las macetas, quién lava los corredores, quien barre el patio?.
Por ello, ahora que el Presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo en Tabasco el pasado fin de semana recorriendo pueblos de origen chontal, náhuatl y zoque-ayapaneco,y muchos le criticaban diciendo que anda en campaña, que si los indígenas no representaban una cantidad de votos importante, hablan, porque no lo conocen, no saben quién fue su maestro e inspiración para ser lo que hoy es, un hombre que realmente está convencido de la necesidad de apoyar a los que siempre vivieron en el olvido por otros gobiernos y porque fueron los que creyeron en él, no sólo porque impulsó su desarrollo, sino porque le acompañaron en los inicios de sus luchas políticas.
Acompañado del gobernador Adán Augusto López Hernández, acudió a las comunidades indígenas de Nacajuca, Centro, Centla y Macuspana, donde anunció inversiones hasta por 400 millones para obras de infraestructura, como un hospital en Quintín Arauz y el puente que históricamente ha demandado a esa comunidad; en todos estos encuentros, el Presidente de la República fue reiterativo en llamar al pueblo a estar unidos en torno al gobernador y precisó: “nadie se vaya a equivocar, Adán es mi hermano y vamos a seguir trabajando juntos, nada de pleitos, necesitamos unirnos (porque) ya le toca a Tabasco y le toca al sureste”.
Ante los reclamos de los indígenas y del propio gobernador Adán Augusto, quien se pronunció por una sola tarifa eléctrica, “que no haya tarifa de invierno y tarifa de verano, sino una tarifa que beneficie todo el año a los usuarios”, ante los altos costos en verano, de la tarifa IF que supuestamente beneficiaría a los tabasqueños, en respuesta el mandatario nacional anunció que próximamente vendrá a Tabasco el director de la Comisión Federal de Electricidad, para que los atienda y los pueblos originarios paguen lo justo por la luz.
En Nacajuca reinauguró la radiofusiora “La Voz de los Chontales”, con programación en lengua chontal, para que el pueblo esté informado de lo que acontece en el ámbito local, regional, nacional e internacional y sobre todo, para que se informen de los programas sociales a favor de los indígenas; en todos los pueblos fue recibido con ofrendas, limpias, danzas tradicionales.
En esta gira, el mandatario nacional anunció obras conjuntas con el gobierno estatal, 2 mil 500 acciones de vivienda similares a las que López Obrador impulsó hace 40 años cuando fue director del INI, así como el mejoramiento urbano de espacios públicos, todo, con una inversión de 400 millones de pesos, que incluyen poliderpotivo, parques, centros culturales, agua potable, drenaje.
En su tierra natal, Villa Benito Juárez Macuspana, el Presidente anunció la construcción del hospital regional que pertenecerá al Instituto Mexicano del Seguro Social en el nuevo sistema universal de salud, así como la construcción de la planta potabilizadora para llevar agua de calidad a todas las comunidades indígenas de esta zona, así como la edificación de otra potabilizadora en la zona de la sierra chol.
En su recorrido, López Obrador llamó a sus paisanos de las comunidades originarias, a mantenerse unidos, a nunca olvidar sus orígenes, mantener sus tradiciones, continuar sus costumbres y seguir usando sus lenguas, “porque no hay que avergonzarnos de lo que somos y sentirnos orgullosos del habla de nuestro pueblo”, les dijo en todo momento.
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