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SEGUNDA OPORTUNDIDAD

SEGUNDA OPORTUNDIDAD

Luis García

Hoy vuelvo a escribir, luego de poco mas de 3 meses de no hacerlo. Primero porque me fui de vacaciones en el periódico y en mis actividades académicas y luego porque vino un espacio en donde la terrible enfermedad que estamos viviendo como sociedad me afectó. El COVID-19, me provocó tener que ser hospitalizado por 21 días. Todo este tiempo, dentro de las instalaciones del Seguro Social en la CDMX, primero en el hospital 48 Bicentenario y luego otros diez días en Hospital 24. El primero ubicado en el municipio de Azcapotzalco, pegado al Estado de México y el otro más adentro de la capital mexicana en la alcaldía Gustavo A Madero. Ahí repense que la vida nos pone retos y que debemos saber enfrentarlos solo acompañado por nuestra  fe, ahí no hay familia, no hay amigos. Estas a expensas de otras personas, en este caso, enfermeras o enfermeros, personas que, por cierto, solo así viviendo ese calvario, entiendes su función, su trabajo y el hecho de que son seres humanos que dejan por horas a su familia, para cuidar a otros seres, para atenderlos de cabo a rabo. Y lo único que tienen como alicientes es su salario, que además no es el más maravilloso del mundo, además el agradecimiento de las mayorías de las personas internadas. Al final, mi agradecimiento entero para todos ellas y ellos, porque se que además difícilmente podré volver a verlos, pues a diferencia de quienes sufrieron de COVID-19 aquí en nuestra bella entidad, saben que podrán volver a encontrar alguna de las personas que las atendió, pero en mi caso, la posibilidad de encontrarlas se hace difícil. Mi reconocimiento para los médicos urgenciólogos y enfermeros, que de la misma forma en las ambulancias tienen una actitud amable, de comprensión hacia el prójimo. Me faltó mucho que decir, pero el espacio es corto.

DE SALIDA. Y ya que estoy de agradecimientos también se lo tengo que dar a todos mis amigos y amigas docentes y periodistas, que durante todo el proceso de hospitalización estuvieron pendientes.  Para mi jefe máximo de muchos años, Ignacio Cobo González que me dio ánimos, precisamente antes de abordar la ambulancia que me trasladaría al hospital. A mi rector, Guillermo Nárvaez Osorio, quien, al salir de esos terribles días, me habló para mostrar su apoyo en todo lo que necesitará. A mi líder sindical Melchor Hernández Hernández, por lo mismo. A mi amigo el ingeniero Alfonso Valdivia. A mi hermano Ricardo García de la Cruz, solidario como siempre durante toda mi vida. A mi amiga Felipa Nery y a José Chablé. Pero también quiero agradecer a Dios nuestro Señor y al líder de sus ejércitos, San Miguel Árcángel quien me acompañaron en todo el proceso hospitalario. Gracias, nos leemos el miércoles ya con temas que interesan a todos, sólo quería dejar muestra de lo que siento, pero además como tengo el honor de tener un espacio propio, hecho por los años de ser un obrero de la información, lo dejó plasmado, ni modo, aunque puedan venir las criticas…