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Austeridad, un remedio que no a todos cae bien 

Austeridad, un remedio que no a todos cae bien 

José Martínez

La austeridad no a todos cayó bien. Formó escenarios oscuros ante un futuro incierto para quienes vivían en lo ostentoso.

La austeridad se convirtió en enemigo público de quienes están acostumbrados a privilegios, pero igual en una bandera de la llamada Cuarta Transformación.

Aseguran que es una buena fórmula para combatir la corrupción, y por esa razón está en el glosario del Presidente de la República casi todos los días.

Llegó primero a los funcionarios del gabinete, luego a los diputados y senadores, más adelante se recortó presupuesto a las instancias gubernamentales, lo que se presume empezó a generar ahorros para los proyectos sociales.

Incluso hubo resistencia en lugares como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque el punto es reducir los sueldos a los altos funcionarios.

López Obrador informó que se dejará de otorgar recursos a todas las organizaciones civiles, no sólo a las dedicadas al sector social. Tan sólo en 2017 el Gobierno Federal otorgó apoyos económicos y suscribió convenios con 10 mil 382 Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), por un monto de cuatro mil 885 millones de pesos, de acuerdo con la Cuenta Pública de ese año, correspondiente al último informe disponible.

Por su parte la Secretaría del Bienestar emitió un informe, en el cual reiteró que dicho ajuste se debió al trato discrecional en las asignaciones, cobros indebidos y diversos actos de corrupción.

Siguiendo esa pauta, el gobierno manda su mensaje: nadie por encima de la ley. Al momento le ha resultado, aunque son los primeros meses, pero ya se convirtió en uno de los mandatarios con mayor aceptación a inicio de un sexenio, lo que da como parámetro que sus acciones se están construyendo bien.

En la entidad se persigue casi el mismo modelo. Se bajaron los sueldos, están trabajando en una reducción de personal fusionando áreas para que el aparato burocrático no sea tan cargado, y los ahorros se destinen a invertir en seguridad y programas sociales.

El giro progresista se asoma con la construcción de la refinería, pero no lo resolverá del todo, se necesita que todos empujen y entren en la dinámica de la austeridad.

Se entiende que nadie quiere perder privilegios, tal es el caso de los consejeros del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, funcionarios reacios al cambio. Como se ha dicho en otros espacios: olvidan que son quienes deben dar el ejemplo de un servicio público sin ambiciones materiales.

La memoria recae en los altos salarios que devengan, aunque antes de la llegada de AMLO, la sociedad ya les pedía que se bajaran los sueldos. Fue una presión que sortearon, y al final le dieron la vuelta.

La austeridad seguirá detrás de la corrupción. López Obrador ha dicho que son urgentes nuevas políticas, las que ayuden a los que menos tienen, y a sectores como los jóvenes, mujeres y adultos.

Los nuevos funcionarios deberán entender que se terminaron los derroches: viáticos, teléfonos, comidas, autos, viajes, asesores, gastos médicos privados, uso de aviones, helicópteros y publicidad personalizada. Cambiar la subcultura del abuso no es fácil, pero llegará tarde o temprano.

 

HABERES 

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador presentó un plan para rescatar a Pemex, la primera inyección de recursos será por un total de 5.2 mil millones de dólares, este año. Además de que después de más de 10 años, Pemex no contratará deuda nueva. Pero no es sólo un apoyo, es un compromiso al que debe responder la petrolera con resultados.